Con el tintineo de mis caderas...
Son casi las cinco, y entre risas salimos de aquella taberna de la judería con entusiasmo en la mirada, un brillo especial, quizás con olor a moriles. Sobre la mesa dos copas que aún no han visto su fin, y reflejado en ellas un plato con una aceituna, aquella con nombre propio de la vergüenza que ni tu ni yo saboreamos. Caminando por las empedradas calles, me raptas en cada calleja para robarme un beso, y en la calle de las flores tu sonrisa se dibuja con mucho más color. Tirando de mi mano entramos por la puerta del perdón
¿acaso pecamos? ¿tengo que pedir perdón por dejarme llevar por el deseo?... y rápidamente el olor a azahar nos invade, invitándonos a un baile entre naranjos amargos y besos de miel, mientras yo te invito a recoger almendras en mi ombligo. Dentro el laberinto de columnas se convierte en un bosque, en el que bajo cada arco se sella una promesa, y las velas se queman con sus lágrimas transparentes. Si no sueltas mi mano, te contaré con susurros los secretos que esconde cada rincón, las caricias con las que Abd- al- Rahman cuidó la Mezquita, los paseos de mis antepasados por este lugar que sigue sin orientarse a la meca, y que hace que el tiempo se pare ante su encanto en un silencio de aromas, en el que ahora el único rayo de sol que traspasa su muro, se clava en tus pupilas
Tumbados mis ojos recorren la torre, que cansada jubilación tras jubilación saluda a los turistas que amablemente dedican un flash de sus cámaras.
Y el agua sigue salpicando en las fuentes
8 comentarios
Rosie -
Rosie
Pedro Glup -
Ay, esa calleja de las flores. Que hermoso beso en el callejón del pañuelo. Nostalgias cordobesas. ¿donde estará ella?
jasp -
Tharsis -
Ever After -
Un beso, ah! y que me ha encantado el post!!!
Lalwënde -
Precioso tu relato, me ha encantado,
Muchos besitos!
DuNa -
Besitos!
Manueliki -